Sin duda, la literatura musical de este país, tan presente y tan en auge estos días, le debe mucho a la legendaria colección Los Juglares de Ediciones Júcar. Libros de formato pequeño, que iban desde aproximaciones a la figura de Bob Dylan (¡hasta 7 llegaron a editar!) hasta Gato Pérez, Bryan Ferry, Jimi Hendrix, Phil Spector o Jim Morrison. Eran un oasis en el desierto. La única editorial nacional que apostaba claramente por la música como eje de su propuesta. Mi primer libro sobre Bob Dylan fue el número 1 de la colección, escrito por Jesús Ordovás, igual que El Rock Ácido de California que era el número 23 de la serie, publicado por primera vez en 1976 y en su segunda edición en 1984. Aquel fue el libro que me introdujo en bandas como Grateful Dead, The Byrds, Jefferson Airplane, Country Joe & The Fish, Moby Grape o Love. Y no sólo eso, sino que despertó mi interés por aquellos años en los que los ácidos y el hippismo marcaban el paso en una sociedad americana hastiada y con ganas de cambio. Conseguí hacerme con una primera edición por cuatro chavos en el legendario mercado de Sant Antoni, aunque ya lo había leído cuando lo compré. Detrás de su horrorosa portada (y mira que lo tenían fácil con el tema a tratar) encontramos un documento al que no puedo evitar tenerle un especial cariño. Era de recibo acordarme de él ahora que nos acercamos a la celebración del día del libro por parte de 66rpm, editorial que es un poquito de todos los que hemos aportado un mínimo grano de arena. Nuestra editorial, vamos…
Sonando: Sugar Magnolia de Grateful Dead
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