Daniel Lanois es uno de mis productores fetiches. Uno de esos tipos que hace que con sólo oír su nombre un disco pase a interesarme o no. Luego, claro está, hay trabajos suyos que me han gustado menos que otros. Y cuando hablo de suyos me refiero a discos en los que, de una manera u otra, se ha visto implicado. Además, el capítulo en el que Dylan habla en el primer volumen (y esperemos que no único) del Crónicas de su experiencia grabando juntos el “resucitador” Oh Mercy forma parte de mis pasajes favoritos del libro.
Por eso, para mí es una gran noticia la publicación de Soul Minning, a musical life, que no es ni más ni menos que un volumen de memorias del canadiense. Se asegura que en el libro habla de todo. Tanto de su participación en discos enormes como de lo que opina del avance de la tecnología (glups). En cualquier caso, habrá que catarlo porque él mismo asegura que “traslado al lector visceralmente dentro del estudio de grabación, donde las fuerzas que lo rodean han sido siempre tan importantes como el trabajo en sí mismo. Más allá de la habilidad, más allá de los presupuestos de grabación, más allá de la imagen y del ego la música es amor y verdad”. Amén.
Sonando: The Maker de Emmylou Harris
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