17 hippies

A veces me sorprendo. Aunque cada vez menos. Disfruto los sonidos nuevos que llegan a mi mente como el que más. Y hace tiempo que conseguí dejar atrás falsas poses. Pude soltar las cadenas que evitan reconocer que te sientes atraído por determinados sonidos. De otra manera no se entendería que no me avergüence reconocer que uno de mis géneros favoritos son las rancheras. Sí, sí. He dicho las rancheras. Y no hablo de Rocío Durcal, sino más bien de José Alfredo Jiménez o Miguel Aceves Mejía. Muchos se sorprenderían pero rancheras se encuentran en discos de gente como Nacho Vegas, Quique González, Bunbury, Christina Rosenvinge, Ivan Ferreiro y un largo etcétera. Personajes, más o menos, respetados (algunos más que otros). También me gustan los sonidos extraños. Devotchka es uno de mis secretos mejor guardados ahora. Me flipa su tema «Vasso Profundo», por ejemplo. Pues tirando del hilo de estos llegué a 17 Hippies. Una banda que desentona a más no poder entre mis discos de soul o rock americano. Pero es que me gusta su sonido. Además, ni son 17 ni son hippies. Con lo cual, encima me hace gracia su nombre. Me recuerdan a un grupo que Rakel y yo vimos sentados en la arena de una playa en Colliure. Una especie de titiriteros circenses multiinstrumentistas que eran capaces de tocar cualquier instrumento. Polkas, rancheras, canciones africanas, jazz...Cualquier cosa. Lo tocan todo y a todo le dan un sonido personal. Son Alemanes. Aunque yo los hubiera etiquetado como franceses, de todas todas. Y suponen un soplo de aire fresco necesario para poder seguir disfrutando como un bellaco de discos como Blonde on Blonde, Everybody Knows This is Nowhere, Damn the Torpedoes, Spirit in the Dark, Moby Grape, Doug Sahm & Band, In the Midnight Hour o Gasoline Alley. Porque no tienen nada que ver. Pero nada de nada.

Sonando: Marlene de 17 hippies