¿Qué grado de importancia tiene la primera impresión que nos
llevamos de un disco o película? ¿Tenemos derecho los críticos a cambiar de
opinión? Lanzo estas preguntas al vuelo después de una experiencia personal que
me ha hecho recapacitar. Hace apenas un mes, por cuestiones de cierre
editorial, entregué a Ruta 66 la reseña del DVD que acompaña a la edición en CD
de Los Madison en Los Teatros del Canal. Lo hice tras un par de concienzudos
visionados y uno más rápido. Así emití mi veredicto: muy buen producto. Casi un
mes más tarde, tras unos visionados más escribo para Efe Eme la crítica del
disco. Cuando la leo una vez publicada me sorprendo a mi mismo diciendo que lo
peor de la edición es curiosamente la frialdad del DVD que la acompaña ¿Qué ha
pasado? ¿He engañado a los lectores de Ruta 66 o lo he hecho a los de Efe Eme? Sinceramente
creo que ni una ni otra cosa, simplemente he expresado lo que opinaba en el
momento de realizar cada reseña. Por tanto, a quien no he engañado seguro es a
mí mismo. Pero ¿y entonces? ¿Fue un error hacer una crítica con apenas tres
visionados? Sí y no. Quizá si hubiera visto la película más veces en aquel
momento hubiera pensado lo mismo, o quizá no ¿quién lo sabe?
Dice el dicho popular que la primera impresión es la que
cuenta. Algo que se lleva muy a rajatabla en mi otro ámbito profesional: el de
los Recursos Humanos. Leía el otro día al maestro Ranedo que al no reconocer en
el concierto de Robyn Hitchcock uno de los temas de su último discó pensó que
no lo había oído suficientes veces. En cambio, y en el otro extremo estaría el
pensamiento del ensayista anglicano del s XVIII Samuel Johnson que afirmaba que
“lo más agradable es aquello de lo que no
se recuerda nada con precisión, pero deja una impresión general agradable”.
¿Podemos eso aplicarlo a un disco? Los experimentos de John Bargh den Universidad
de Yale mostraron que nuestro cerebro solo necesita dos décimas de segundo para
formarse la primera impresión ¿y en la música? ¿Es justo que los críticos emitamos
opiniones sin haber oído un mínimo de veces (no se cual) un disco o una canción?
Dice otro dicho anónimo que “nunca
tendrás una segunda oportunidad de causar una buena primera impresión”. En
los discos, los hay que sí y los hay que no. Probablemente yo daría segundas,
terceras, cuartas y hasta quincuagésimas oportunidades a discos que no me
entraran a la primera de Dylan, Young o Petty pero ¿haría lo mismo con un disco
de alguien desconocido? Probablemente no. La magnitud de la injustita es
evidente. Algunos dirán que los primeros se lo han ganado, pero lo cierto es
que a los segundos no se les da ni siquiera el chance de hacerlo. ¿Alguien
puede asegurar que oyendo treinta veces seguidas un disco no estoy desvirtuando
también mi opinión? Subjetividad, de eso se trata. Y como elemento depende de
tantos factores…Y es que aquí no hay más verdad que lo que cada uno siente
cuando pincha una canción y se deja llevar por ella. Dejémonos de historias.
Porque como dijo Groucho Marx, “estos son
mis principios, si no le gustan tengo otros”. Cambien principios por opinión
y ya lo tienen.
Sonando: Ho Hey de The Lumineers
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