Lo del viernes pasado en la sala 3 del Auditori no tiene nombre. Bueno sí. Maravilla no le sienta mal. Y eso que la cosa pintaba fea, fea. La tarde mala, con bajas de última hora por motivos horribles. Una siesta improvisada en el sofá me levanta con un dolor de cabeza considerable. Salgo y hace frío. Estoy destemplado. Así debe estar Lapido cuando sale al escenario de una sala con capacidad para 500 personas en las que unas incomodísimas sillas disimulan la presencia de apenas un par de cientos. Pero me equivoco. Es lo que tienen los genios. Y Lapido ha decidido esa noche aplastarnos a base de buen rock and roll. Las sillas siguen siendo incómodas y se hace una dura contradicción con la banda que se ve encima de aquel escenario acompañando al granadino. El mejor prologuista del mundo tarda cuatro temas en saludarnos. “Hace unos meses tocábamos en un garito aquí en Barcelona, hoy lo hacemos en un palacio. Una lucha de clases. Siempre es lo mismo”. Genial comentario que nos da un descanso tras un inicio en el que destacó un «Escrito En La Ley» apabullante. Se le ve cómodo. Quizá por eso se saca de la manga el mejor concierto que le he visto nunca. Yo pienso en Coco y May. Se lo han perdido y me sabe mal, pero la expresión de Lapido parece decir “esto lo voy a repetir yo más veces”. Eso me tranquiliza. Caen canciones de todos sus discos, con especial atención a En Otro Tiempo, En Otro Lugar. También la versión de «La Canción del Espantapájaros» de los cero, habitual ya de su repertorio en solitario. Borda «Zapatos De Piel De Caimán» y nos enloquece con «La Antesala del Dolor», quizá una de las cinco mejores canciones que se han escrito en el rock de este país. Y en los bises, largos, renace con «Algo Me Aleja De Ti», un tema al que la adaptación de Quique en Daiquiri Blues ha dado nuevos bríos para el poeta eléctrico. Lapido ha vuelto a creer en la canción y demuestra con versiones como la del viernes, sin ningún ánimo de revancha y enfrentamiento (faltaría más entre dos grandes monstruos y amigos) quién firma el tema. Quique debe sentirse orgulloso de su contribución a eso. Dan las dos horas y el bolo toca a su fin. Uno se va hacia el metro satisfecho, aunque me queda la espinita de no haber podido charlar un rato con el maestro. Cosas de la vida. Nada que no arregle un e-mail de disculpa en el que nos emplazamos para la siguiente. La habrá y será mejor. Coco y May lo agradecerán. Y el rock and roll también.
Sonando: Música celestial de José Ignacio Lapido
PS: Y esta noche Alejandro Escovedo. Grandioso.
3 comentarios:
Tuve la fortuna de poder ver, por fin, al de Graná, en directo en Bilbo hece una semana y coincido plenamente contigo respecto a la comodidad del músico en escena. Claro que lo arropa una banda soberbia y Lapido..bueno, lapido es, al menos para mi, el mejor músico que ha parido este pais en décadas. Amén de escribir los mejores textos que he leido nunca en una canción en castellano.
Que disfrutes al Escovedo.
Salud.
Maravilloso Lapido, una lástima que, también en Barcelona, su desbordante talento no se vea recompensado con más público en sus conciertos..
Soy de lso qeu a última hora se lo tuvo que perder. Y continua mi maldición con Lapido. Siempre que ah tocado en BCN, y ha tocado muchas veces, por una u otra razón no he podido ir. A ver si a la próxima. Saludos.
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