Resulta que el amigo “Juan Pablo” nació en Knoxville y, como muchos músicos (así, a bote pronte, me vienen a la mente Elvis o Springsteen), tenía algo que ver con los camioneros. Él, en concreto, era hijo de uno. Empezó a cantar en la iglesia como también muchos músicos y empezó a tocar la guitarra encima de discos de Chuck Berry, como Keith Richards. Formó parte de los Viceroys y a los 21 años se traslada a Nashville y firma como solista con Sire Records. Su primer disco, que yo sepa, es este Spills and Thrills (Derrames y emociones). Un álbum cargado de buenas canciones y un sonido a medio camino entre el rockabilly, el rock más clásico, el honky tonk y el sonido 50s. Y un talento inmenso. La cosa no ha sido fácil para él. Ha tardado años en llegar a este disco pero, desde luego, ha valido la pena. Porque es un trabajo intenso, vital, que invita al movimiento de caderas, a ratos y al de cabeza, a otros. Grabado en vivo. Una tendencia que se está poniendo de moda y que capta la esencia del rock and roll. Como se hacía antes. Poniendo 100 gramos de alma, 100 de emociones, 100 de corazón y pasándolo todo por el pasapuré. Consiguiendo que lleguemos a un estado de excitación casi inaceptable. Y, por supuesto, colocándose en un lugar destacado en la lista de los mejores discos del año.
Sonando: Looking For a Thrill de John Paul Keith and the One Four Fives
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