martes, abril 09, 2013

Síndrome de Estocolmo



Habla Diego A. Manrique en su fantástico volumen Jinetes En La Tormenta  (un manual de periodismo musical en toda regla) de la sensación que le produjo el enfrentarse a una entrevista con Coldplay. Eso me retrotrae, de nuevo, a mi parece que polémica columna sobre Quique González en el número de abril de Ruta 66. Algunos parecen no estar de acuerdo con mis argumentos sobre la objetividad/subjetividad del entrevistador respecto al entrevistado.  Para los que no lo recuerden o no la leyeran, servidor defendía que cuanto más se conoce al entrevistado más posibilidades hay de hacer una buena entrevista y ponía como ejemplos lo que sucede fuera de nuestro país, en revistas como Mojo, Uncut o Rolling Stone donde algunos artistas tienen, prácticamente entrevistador fijo.

De esto habla también Manrique en la introducción de su citado texto. Aseveraciones que comparto de cabo a rabo. Habla el maestro de lo incómodo, precisamente, que es entrevistar alguien que conoces o mucho o del que eres amigo. De las dificultades que entraña tener que preguntar sobre según que aspectos o de saber qué puedes y qué no puedes preguntar. Has de reconocer aquellas cosas que sabes como amigo y aquellas que podría saber cualquiera para, sin traicionar esa relación, ser incisivo y, sobre todo, interesante para el lector. Por otro lado, Diego plantea lo que él define como Síndrome de Estocolmo y que es lo que le sucedió precisamente con el grupo de Chris Martin. Parte de la sencillez de enfrentarte a una entrevista con un grupo que no te interesa y del que sólo quieres obtener información, y al que incluso no te preocupa lo más mínimo cargarte, al hecho de “tomarle cariño” dada la calidad como personas de sus miembros ¿Qué pasa cuando llegas a una entrevista con un grupo que no te gusta pero que resultan ser encantadores y con los que incluso congenias? Pues que cambias de perspectiva. No, su música va a seguir sin gustarte (quizá algo menos, eso sí) pero tu entrevista tomará seguro otros derroteros. Y es que, queramos o no, el hombre es un animal subjetivo, y de ahí no hay quien me saque.

Sonando: La Maldición de los Rockers de Mambo Jambo

No hay comentarios: