Tienes 72 años y tu vida ha cumplido al máximo con
todas tus expectativas. Vives en Nueva Orleans, ciudad en la que naciste y de
cuya historia te sientes orgulloso de formar parte. Además, como si de un
cuento de hadas se tratara, tus sueños de juventud se han hecho realidad,
aunque tienes la sensación de que aún te queda algo por hacer. Te asomas a la
ventana de una de esas viejas casas con porche exterior típicas de la ciudad,
igual que aquella en la que Elvis cantaba junto a la espléndida Kitty White «Crawfish»
en la escena inicial, y de paso tu favorita, de la película King Creole.
Respiras y sientes que ha llegado el momento. Desde que en 1967 «Tell It Like
This» te dio a conocer al mundo de la música has sabido que llegaría el momento
de rendirles homenaje. Y ahora sabes que estás viviendo ese momento. Así que te
rodeas de amigos que te ayuden en una tarea tan difícil como ilusionante: vas a
grabar un homenaje a tus ídolos, a aquellos músicos de doo-wop que marcaron el
inicio de tu carrera.
Los primeros en apuntarse son Keith y Don.
Richards lleva tiempo buscando una actividad en la que entretenerse fuera de
los Rolling Stones y acepta no sólo tocar la guitarra, sino también tareas de
producción junto a Was. El viejo Was, actual presidente de Blue Note y
productor entre otros de los mismos Stones, Bob Dylan, Al Green, Joe Cocker o
Brian Wilson. Ellos te ayudan a montar la banda. Greg Leisz, miembro de las
bandas de John Fogerty o Dave Alvin tocará las guitarras que deje Keith, el
gran Benmont Tench de los Heartbreakers de Tom Petty los teclados, Tony Scherr, de los Ferdinandos de Jesse
Harris, el bajo, y George Recelli, miembro del grupo de la NET de Bob Dylan la
batería. Una auténtica súper banda a tu
servicio. Aunque queda lo peor: elegir las canciones entre el millar de
favoritas que se pelean en tu mente. Así que te dejas llevar por la intuición y
el corazón, y haces que tu cristalina voz rememore a The Drifters en «Ruby
Bay», a las Ronettes en una particular y arriesgada versión de «Be My Baby», a
Ben E. King en la preciosa «This Magic Moment» o a Little Anthony & The
Imperials en «Tears On My Pillow».
Cuando acabas la grabación escuchas tus versiones
e intentas evitar compararlas con las originales. Ese no es tu objetivo. Por
eso puedes sentirte satisfecho. Porque has grabado como lo hacían entonces, en
una sola toma y has conseguido que el disco suene a clásico desde la primera
escucha. Entonces sientes que sí, que has cumplido ese verdadero objetivo y
sabes que esa noche dormirás mejor que nunca. Sólo te queda acabarte la copa y
enviar la última carta de respuesta a los pocos fans que aún no te han olvidado
y te siguen escribiendo, y a los que siempre contestas. Firmas y descansas.
Aaron Neville. 2013.
Sonando: Tears On My Pillow de Aaron Neville
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