Que sí, que JJ
Extremera no es sólo uno de los miembros de los Chinaski. También es mi amigo.
Uno de esos, además, de los que cuentas con los dedos de una mano. Por eso no
voy a ser objetivo. Aunque tampoco quiero serlo. A veces no es necesario y, si
quieren, apúntenme que ahora no escribo como crítico sino como fan,
simplemente. La cosa es que JJ ha hecho
un disco fantástico, lleno de excelentes canciones que verá la luz, vía Rock
Indiana, después del verano. Y aunque no me crean a mí, crean a Indiana que es
una garantía de buena música y buen gusto.
A algunos les
sonará JJ como líder de los extintos CosmopolitANTS, banda que publicaron un
excelente e incomprendido debut, que hoy puedo encontrarse en las pilas de
saldos, producido por Ken Stringfellow. Este De Cabeza a Un Charco es un proyecto largo, en el que he podido
participar, sobre todo como consejero, escuchador y amigo. No, yo no canto ni
hago nada en el disco. Llegamos a trabajar juntos una versión e Wilco en
castellano pero no cuajó. Y está mejor así. No hubiera podido mejorar lo que
hacen gente como Bryan Estepa, una de sus ilustres colaboraciones. Grabado en
Blind Record y producido por el mejor producer del mundo para nosotros, el gran
Álex Vivero, la banda es de las que tira de espaldas: el propio Vivero con el
que han contado gente como Sidonie o Shuarma en sus propios discos, Charlie
Bautista, mano derecha ahora de Jero Romero y eterno Amigo Imaginario, Miquel
Bassquez, bajista habitual de Shuarma y Jonathan Zuriaga, compañero de
Extremera en CosmopolitANTS. A ellos se le unen las colaboraciones puntuales de
Santos Berrocal para dar forma a un disco precioso y al que le va que ni
pintada la definición que Quique González dio al disco de César Pop, “un disco pequeñito pero muy bonito”.
Musicalmente
situado en un terreno cercano a gente como Pajaro Sunrise, los Amigos
Imaginarios más pausados, y sus admirados Ron Sexsmith y el primer Josh Rouse,
Extremera ha construido una serie de canciones emotivas y tremendamente
funcionales. De esas que entran con facilidad. Igual que las de gente como
Fabián o Manolo Tarancón. Llenas de detalles, pausadas. Huyendo de
estridencias. Trabajadas. De esas que redescubres a cada nueva escucha. Y a las
que completan unas letras incisivas, reflexivas y, sobre todo muy cercanas. “Sin más, ha vuelo a pasar, se apagó el calentador…”.
Así de cotidiano empieza un disco que crece cada vez que lo vuelves a pinchar.
Cercano. Vital. Preciosista e impresionista. “Bendito error” clama en otra de las canciones para asegurar en la
que da título al disco que “¿cómo ignorar
la realidad? vieja amiga que duele pero cura aún más”. Directo y
certero. Enamorado. “Y mientras todos
duermen en la ciudad de los que dijeron sí, yo trasnocho por si acaso, vuelves
por aquí”. Se puede decir más alto pero no más claro. Para acabar
confesándose. “Se me da muy bien,
disimular fatal”. Y a mí más. Y este disco me encanta. Para qué disimular.
Sonando: Pregúntale al guionista de JJ Extremera
1 comentario:
corso dice:
1 julio 2011 a las 1:24 pm
curioso que apenas se opine sobre cómo está escrito el libro o cómo cuenta los datos, cuando casi siempre que se analiza un libro se debería hablar de ello… la reseña se limita a decir de forma aséptica lo que cuenta el libro (como si no supiéramos que cuenta una biografía) y eso me llama la atención para mal. La verdad es que por desgracia no pinta bien la cosa por lo que se dice aquí, con lo bien que podría hacerse para una historia con tantos y tantos recovecos interesantes desde el punto de vista emocional, artístico e incluso de la industria musical.
satan dice:
28 junio 2011 a las 10:09 pm
es un verdadero bodrio, intentare que me lo cambien
IndignadoSol68 dice:
28 junio 2011 a las 1:52 pm
La historia del gran Quique es apasionante, pero lástima que la gente no lo pueda llegar a saber porque este libro es pésimo. Se nota que este libro ha sido escrito por un aficionado a la literatura y no ha sabido plasmar una vida que se merece algo más que un libro que se cubrirá de polvo en las estanterias de las tiendas.
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