Sensación extraña al salir del concierto de John The
Conqueror. Por un lado estaba el convencimiento de que estamos ante una banda
grande, destinada a darnos muy buenos momentos que sumar a los que ya nos han
dado sus dos discos. Un grupo que lo tiene todo: pegada, calidad, un cantantes
espléndido, una base rítmica poderosa, canciones…Y a pesar de todo eso la
sensación de que algo se quedó a medias sigue ahí. Puede que se contagiaran del
eterno y habitual ambiente frío de los conciertos de rock en Barcelona donde
solo unos cuantos de la ya de por sí triste media entrada (y más si lo comparamos
con el sold-out de Madrid) estaba por el bolo. Puede que fuera que la banda no
está acostumbrada al éxito que ha tenido por nuestras tierras (hasta llegar a
la ciudad condal) y le haya venido un poco grande la cosa. Quizá una primera
visita en un club más pequeño hubiera conseguido un ambiente más caldeado. Puede
que la duración del concierto, aunque sea injusto valorar los bolos en función
de eso y media hora más tampoco hubieran cambiado en exceso mi opinión, colaborara
también a esas sensaciones. O puede que en definitiva fuera solo un tema de
expectativas: iba a por el concierto del año y salí de la 2 de Apolo con la
impresión de haber visto “solo” (y entrecomillo) un buen concierto. Eso sí, que
no le pierdo la pista a esta banda lo puedo firmar sobre sangre.
Sonando: Life alter death de John the Conqueror
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